“Lo que se ve claramente es que hay una tensión entre centro y periferia. Hay una periferia que se llama Cajamarca, que se llama Fusagasugá, que se llama Ituango, que está en unas condiciones, y un centro que se llama Bogotá que no entiende esa realidad. En segundo lugar, se alega la pertenencia al Estado de unos bienes, pero se desconoce que los municipios y los departamentos también hacen parte del Estado. Entonces parece que cuando nos interesa, el Estado está distribuido en una descentralización en términos de responsabilidades, pero cuando nos interesa lo concentramos en el poder Ejecutivo de Bogotá…”

 

“Yo creo que las élites le tienen miedo a la democracia, y eso implica tenerle miedo a la participación y a las decisiones políticas. Pero por el otro lado hay que reconocer que los espacios jurídicos son eso, jurídicos, y eso es UNA herramienta, pero no es LA herramienta, también está la movilización, la presión internacional, la herramienta es, a veces, el paro. No es a través de un tribunal como se resuelve, únicamente, la conflictividad social. Esta conflictividad también se resuelve en la calle, en la plaza pública. Entonces a veces caemos en la trampa de hiper juridificar las luchas, como si por ejemplo el problema del agua fuera solo un derecho, cuando es también una realidad biológica, social, humana, existencial, y reducirla a un derecho a veces en lugar de darnos fuerza, nos hace retroceder…”